Los Ballets Rusos y El sombrero de tres picos*
Por Prof. Mag. Lucía Chilibroste
Parece imprescindible enmarcar El sombrero de tres picos dentro de lo que es la compañía en la que surge: los Ballets Rusos de Diaghilev. Siempre en busca de la novedad y de no repetir fórmulas, Serguéi Diaghilev, su dueño, reune a los más diversos artistas de los que surgen todo tipo de creaciones.
La Primera Guerra Mundial cambia a la compañía creada en 1909. Por un lado, impulsa a que se opte por internacionalizar sus temáticas e incorporar las vanguardias invitando a reconocidos músicos y artistas plásticos de occidente, aunque no a coreógrafos, quienes siempre fueron del este; y por otro, en 1916 se instalan en España que era un país neutral, y allí nace una fascinación por su cultura. Es en ese momento, y como resultado de esas mezclas explosivas de Diaghilev que surge El sombrero de tres picos, con coreografía de Léonide Massine, música de Manuel de Falla y escenografía, vestuario y decorados de Pablo Picasso.
Primero Diaghilev y Massine escucharon fragmentos de El corregidor y la molinera, una partitura que Falla estaba componiendo para la compañía de los Martínez Sierra, inspirada en el cuento de Alarcón El sombrero de tres picos. Se encantaron y lo invitaron a participar en un nuevo ballet.
Falla acepta muy entusiasmado, pero solicita tiempo para estudiar las danzas y músicas folclóricas “antes de que pueda traducir la jota y la farruca en un idioma moderno”. Para lograrlo los tres se embarcan en un largo viaje por Sevilla, Granada y Córdoba.
Luego en 1918 es invitado Picasso. Tal como Brigitte Léal señala, “sólo Diaghilev podía tener el rasgo de genialidad de poner el destino de un ballet español en manos de las dos eminencias más dispares de la Península [Falla y Picasso]. Cada uno encarnaba de manera casi caricaturesca los dos rostros antagónicos del genio andaluz. Falla, espíritu místico, tenso y secreto, cerrado y religioso a machamartillo, y Picasso, arlequín mago, voluptuoso y exuberante, que dejaba estupefactos a los otros artistas por sus dotes diabólicas”.
Finalmente en 1919 se estrena en Londres El sombrero de tres picos con Massine y Tamara Karsavina en los roles protagónicos. El cuerpo de baile del Sodre lo baila por primera vez en 1939, puesto en escena por Gala Chabelska, bailarina de los Ballets Rusos. Luego la argentina María Ruanova, quien lo había bailado con el propio Massine, lo monta en 1966. Y en el 2000 la francesa Francoise Adret trae su versión sobre la música de Falla. A cien años de su estreno, El sombrero de tres picos sigue cautivando en los escenarios del mundo y vuelve al BNS.
Léonide Massine, el coreógrafo.
Massine ingresa a los Ballets Rusos en 1914, como un posible reemplazo a Nijinsky, quien recientemente es despedido. La compañía pierde a su bailarín y coreógrafo estrella, y Diaghilev a su amante. Muchos no entienden qué ve Diaghilev en este solista del Bolshoi, ya que no tiene gran técnica, aunque se destaca por sus roles de carácter y capacidad actoral, por lo que tal vez era precisamente eso lo que buscaba. Lo cierto es que este joven de 18 años logra ocupar el lugar de Nijinsky en todo sentido: se convierte en el nuevo bailarín estrella y pronto en coreógrafo principal.
Allí se forma como uno de los coreógrafos modernistas más destacados del siglo, creador de más de cien obras.
Inspirado por el neo primitivismo de Goncharova y Larionov, y su trabajo con los futuristas, le dice adiós a todo lo bonito. “Todo movimiento plástico, con gracia, libre de angulosidad es excluido”, ya que “todos los movimientos de los bailarines son cortos, angulares y mecánicos” escribe la crítica.
Él destaca en sus memorias que estudiando los manuales de danza previos al Romanticismo descubre que el cuerpo tiene varios “sistemas de estructuras más o menos independientes que responden por sí mismos” y “eso me impulsó a inventar movimientos quebrados, angulares en la parte alta del cuerpo mientras que en las extremidades superiores continúan moviéndose en armónico estilo académico”. Una marca de sus obras.
También resalta la combinación del dinamismo y enlentecimiento de movimiento, la estructura matemática, así como la gran importancia de los gestos más mínimos en todas sus coreografías, la misma fusión que hace Manuel de Falla en la música.
Argumento
El ballet cuenta la historia del celoso molinero y su hermosa y coqueta esposa. El viejo corregidor que usa un sombrero con tres picos, símbolo de su autoridad, intenta seducir a la molinera, quien al principio sigue el juego, hasta que luego ya cansada lo termina burlando. El matrimonio festeja su amor, y junto a los vecinos celebran las festividades de San Juan y ella le pide que baile su famosa farruca.
A la noche, el corregidor sin darse por vencido, hace que el molinero sea llevado prisionero, así siente que tiene el camino libre para su conquista, pero la molinera logra librarse del viejo tirándolo al agua. El enredo lleva a que cuando el molinero logra escapar de prisión y regresar, ve la capa del corregidor en su casa y piensa que ha sido traicionado. A su vez el corregidor al estar mojado toma una capa del molinero, y al llegar los alguaciles es confundido y llevado a prisión. Finalmente en la apoteósica jota final el pueblo celebra el final feliz y burla al corregidor.
En el ballet El sombrero de tres picos, la crítica social y política de Alarcón aunque está presente, no parece ser el centro. Allí Massine busca una síntesis coreográfica de la cultura popular española, la tradición clásica y sus propios movimientos. Para ello el trabajo con Falla y Picasso es fundamental, así como el que realiza con Félix Fernández García, un famoso bailarín que conocen en Granada y de quién aprende los secretos de la danza flamenca. Goya también es su inspiración y se lo puede ver al final del ballet en una referencia a la famosa obra El pelele.
Lorca Massine. Maestro repositor
El BNS trabaja el montaje de la obra con Lorca Massine, hijo del legendario coreógrafo. Su nombre original es Léonide, pero a los 14 años decide cambiarlo. Nace en 1944 en Estados Unidos, y desde pequeño su formación se encuentra ligada a la danza y a la actuación. Es bailarín solista y coreógrafo del Ballet del siglo XX de Bejart y del NYCB dirigido por Balanchine y Robbins, a quienesconsidera sus grandes maestros, además de su padre y “los textos clásicos que siempre me han acompañado”. Además trabaja de forma independiente, y en retrospectiva siente que de la obra que está más orgulloso es Zorba el griego.
Los ensayos con el BNS son de una gran energía. Trabajando principalmente con los roles principales, se mueve, muestra los movimientos, da explicaciones para lograr los detalles y minuciosidades que desea de un ballet que, para muchos bailarines, ha sido de los más duros que han hecho. También insiste en que los bailarines “crean en ellos mismos”, “que no hagan el movimiento, sino que sean el movimiento” a lo que agrega que “para eso se necesita coraje, arriesgarse y no tener miedo a equivocarse”.
Para él, una de las mayores lecciones de su padre es la “intensidad” con la que debe de bailarse. “La danza no es un accesorio” defiende. ·“Es una religión. Y uno no va a la iglesia si no va a rezar. La danza es lo mismo. La danza tiene un valor divino, nada debe de ser artificial”. Como su asistente lo acompaña la bailarina polaca Anna Krzyskow, quien también conoce la obra al dedillo y es la responsable de marcar las danzas del cuerpo de baile
Picasso y El sombrero de tres picos
Picasso se suma de muy buena gana al proyecto, donde es el responsable de los telones, vestuario y decorados. De todos los ballets en los que participa, sólo pinta un telón original para aquellos en los que toda la responsabilidad de los diseños es suya.
En otros, donde vestuario y decorados no le corresponden, encargaba a un pintor que realice a gran escala un cuadro suyo.
Para Diaghilev la participación de Picasso es fundamental ya que ve en él a la figura clave capaz de unir historia, música y coreografía, y crear así su sueño de una obra de arte española total, al estilo wagneriano. Picasso también está entusiasmado, ya que en 1918 se casa con su primera esposa, la bailarina de la compañía Olga Koklova y trabajar para Diaghilev le significa en épocas difíciles, abrirse a nuevos públicos.
Según Emma Sanguinetti esta situación “acerca a Picasso a una nueva manera de ver y sentir las cosas”. Por eso fue “de los primeros artistas en hacer el gran viraje que conocemos como ‘el retorno al orden’”, el cual implica un real “diálogo con los patrones o modelos experimentales” y “un rico y original cambio de perspectiva que potenció su obra” que se evidencia en la “co-existencia a lo largo de todo el período 1917-1924 de un lenguaje figurativo, monumental y clásico con otro, experimental, geométrico y disociado” continúa Sanguinetti.
Y esto se puede observar en la combinación de una simple escenografía cubista que decide contorsionar “para mostrar más de lo que el ojo humano puede normalmente percibir, mediante un juego sutil de ángulos que creaban volúmenes” según Douglas Cooper, la cual se contrasta con el dibujo detallado, colorido y recargado del cuerpo de baile. Un vestuario moderno que a su vez también contrasta a los sobrios y convencionales trajes de la pareja principal.
Para el telón de boca elige pintar las corridas de toros en un estilo clásico, un tema que le apasiona. Decide hacerlo de manera que el telón se integre al espectador y que parezca que todos se encuentran mirando el teatro mismo. Allí también puede encontrarse una referencia a Goya con la temática, las majas y el majo, al pintar el telón con un borde negro y colores planos en tonos de amarillo ocre y naranja rojizo como sus cartones para tapices.
En El sombrero de tres picos, Picasso “nos ofrece una obra que encarna un período fermental de creación de un artista ya maduro, que en su proceso vanguardista se dirige a las reflexiones antitéticas ‘tradición-vanguardia’, ‘clasicismo–experimentación’, y que además lo une a sus pasiones personales, a su esposa la bailarina, a su fascinación por el circo y el teatro, y al juego de las máscaras entre lo real y lo ficticio” concluye Sanguinetti.
Manuel de Falla y la música
Manuel de Falla es considerado uno de los folcloristas más eminentes de España. Este gran estudioso logra captar la esencia de la música española no estudiando en los libros sino en la tradición viva de la música popular.
El sombrero de tres picos es una gran obra en la cual refleja una España desconocida y tal como se menciona en su momento “una España popular, más no por la fachada sino por dentro”. Una obra que en cierto modo es una antología en la que Falla sintetiza la farruca, la sevillana y el fandango, con el estilo clásico puro.
Falla trabaja en forma colaborativa con los demás artistas durante el proceso de creación. Acepta el “pedido” de Picasso de componer una obertura para que su telón tenga una entrada en escena triunfal, así como la sugerencia de incorporar la voz humana. También a pedido de Diaghilev compone la danza del molinero, uno de los momentos más conocidos del ballet, ya que el director desea una variación con sobrado aire flamenco.
Acepta sugerencias pero su impronta es la que define la partitura, la cual con “sus ritmos pulsantes” y “combinación de violencia y pasión” según Massine, parece contar y pintar la historia. Así es que juega con los ritmos y melodías, el sonido (dinámica) y las velocidades (tempo), creando una sonoridad particular, resultado de su orquestación.
Finalmente, Goya también aparece en Falla. Se señala que tras una visita a Fuendetodos, lugar de nacimiento del pintor, él se inspira para componer la jota final del ballet, el momento de mayor exaltación colectiva.
El estreno es dirigido por el conocido director de la compañía Ernest Ansermet. Falla se encuentra en Londres para estar presente cuando desde España se le avisa que su madre está gravemente enferma, debilitada por la muerte de su esposo un mes antes. Esperando llegar a despedirla se marcha a España, y tras un complejo viaje, antes de llegar a destino consigue un periódico en el que se anuncia el gran éxito de su ballet. Pero lamentablemente no le es de importancia esta noticia, ya que ahí mismo también se anuncia el fallecimiento de su madre.
Bibliografía.
- AAVV; “Los ballets rusos de Diaghilev 1909/1929. Cuando el arte baila con la música”; Madrid; Fundación La Caixa/Turner; 2011.
- AAVV; “Picasso. El sombrero de tres picos. Dibujos para los decorados y el vestuario del ballet de Manuel de Falla”; París; Fundación Juan March; 1993.
- AAVV, “Historia general de la danza en Argentina”; Buenos Aires; Fondo Nacional de las Artes, 2008.
- AAVV; “La Danza en Uruguay”; Montevideo; Ediciones de la Plaza; 2001.
- Abad Carlés, Ana; “Historia del ballet y de danza moderna”; Madrid; Alianza Editorial; 2004.
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- Buckle, Richard; “Diaghilev”; Madrid; Siruela; 1991.
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- García – Márquez, Vicente; “Massine a biography”; New York; Alfred A. Knopf; 1995.
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- Karsavina, Tamara; “Los Ballets Rusos”; Buenos Aires; Editorial Schapire; 1953.
- Manso, Carlos; “María Ruanova (La verdad en la danza)”; Argentina; ediciones tres tiempo; 1987.
- Oxford Dictionary of Dance”; Oxford; Second Edition; Oxford University Press; 2010.
* Textos escritos por la Prof. Mag Lucía Chilibroste para el Ballet Nacional del Sodre de Uruguay publicados en el programa de mano del ballet Noche francesa (junio 2019) y en la página web de la compañía. https://www.bns.gub.uy/data/calendario/noche_francesa_programa_digital.pdf?20141376