¿Cómo debe de sonar el Hada de azúcar del ballet El Cascanueces?
El Cascanueces es el típico ballet de navidad. Aunque no siempre lo fue, de hecho en términos históricos es relativamente nueva esa asociación, ya que hacia los años 50, nadie sabía de qué trataba ese ballet (leer El fracaso original de El Cascanueces (primera parte) y De fracaso a éxito de El Cascanueces (segunda parte)). Pero, a partir de la década del 50 el ballet pasó a ser un suceso y dentro de ese suceso la música asociada al personaje del Hada de azúcar sea quizás la relación más directa con el ballet.
Hace unos años leyendo un viejo artículo del Royal Ballet de 2013 escrito por el gran conocedor de música británico Gavin Plumley me llamó la atención lo que él se preguntaba: ¿cómo debe de sonar un hada de azúcar? Porque puede resultar más sencillo conocer qué instrumentos identifican a una danza rusa o china, pero no a un reino de dulces y a su Hada de azúcar (Sugar Plum Fairy) ¿no?
Y esa fue una gran duda para Tchaikovsky, el compositor de El Cascanueces. Si bien al recibir el encargo de la partitura ya tenía la experiencia previa de haber compuesto dos ballets, El lago de los cisnes en 1877 /(ballet que originalmente fue un fracaso y que el compositor no conoció su éxito) y La bella durmiente en 1890, le costó bastante entender cómo debía de ser El Cascanueces, no terminaba de entender el sentido de esa obra a la que le faltaba drama.
En este artículo te invito a conocer un poquito de la historia detrás de la música del ballet y de la famosa partitura del Hada de azúcar.
Tchaikovsky estaba en la mala.
Tchaikovsky recibió el encargo de escribir El Cascanueces a fines de 1890, además de la ópera Iolanta. Él no lo sabía, pero ese sería su último ballet, ya que fallecería al año siguiente de su estreno en 1893. Sin embargo, la música de este ballet, que hoy es universalmente reconocida, tuvo un comienzo difícil, casi como un "parto de nalgas".
Al momento de comenzar a escribir, él no estaba en un buen momento y se sentía falto de inspiración. Por eso mismo le costó empezar a trabajar, atravesando un momento complicado tanto en lo profesional como en lo personal.
En el ámbito profesional, había recibido el encargo de componer El Cascanueces junto con la ópera Iolanta, justo después de que una de sus obras más queridas, La Reina de Espadas, fuera retirada del repertorio del Teatro Mariinsky sin explicación alguna. Para él, esto no solo fue un golpe emocional, sino un símbolo de que estaba perdiendo el favor del zar y naturalmente dolía.
Además, y fundamental el zar ni siquiera asistió a las funciones de La Reina de Espadas. Esto afectó profundamente a Tchaikovsky, quien además solía bajonearse seguido. Además describió el encargo de El Cascanueces como una invitación incómoda, escribiéndole al director de los Teatros Imperiales que la situación era como como una invitación a una casa en la que él ya estuvo y donde el anfitrión no demostró interés por su presencia. Y que “si el emperador no apoya sus trabajos para el beneficio del teatro, cómo podría yo trabajar con amor, con la tranquilidad necesaria, la amabilidad para la institución que él es el propietario”[i] .
Para peor, en lo personal la situación no era mejor. Mientras componía, sufrió la pérdida de su querida hermana Sascha, además de una neuralgia que lo dejó sin movilidad en el brazo derecho durante un tiempo. En sus escritos, Tchaikovsky admite que no sabía cómo seguir adelante. El trabajo lo abrumaba hasta el punto de causarle insomnio y lágrimas. Pidió una prórroga porque simplemente no lograba cumplir con los plazos.
Sin dudas, El Cascanueces nació en un contexto de dolor e inseguridad. Sin embargo, la partitura que surgió de ese caos es hoy una de las más brillantes y queridas de la historia del ballet. Quizá, sin esa lucha personal y profesional, no habríamos tenido esta obra maestra que trasciende el tiempo.
¿Cómo debe de sonar un Hada de azúcar?
Tchaikovski había demostrado ser un maestro en crear una música narrativa, que permitía ir imaginando las escenas. Creó efectos de unas bandadas de aves en El lago, sonidos de canarios o migas de pan cayendo en La Bella. Hasta siguió sugerencias tan específicas del exigente coreógrafo Petipa como componer la partitura del Hada de Zafiro del tercer acto de La bella en compás de 5/4 ya que se trataba de una variación de una piedra pentagonal.
Pero en El Cascuanueces: ¿cómo debe de sonar un Hada de azúcar? Se preguntaba el compositor una y otra vez. Hasta que finalmente decidió incorporar a la partitura un instrumento nuevo para la época, la celesta para darle un sonido específico al personaje del al Hada de azúcar (hoy el instrumento que lo identifica).
La celesta había sido inventada seis años antes del estreno de El cascanueces por Auguste Mustel (el cual a su vez derivaba de uno similar llamado dulcitone). Tchaikovski lo había descubierto en un viaje a París en 1891 y solicitó a su editor que le consiguiera uno, advirtiéndole que lo mantuviera en secreto, para que colegas suyos como Rimsky-Korsakov o Glazunov no pudieran usarlo antes. Algunos señala que puede que el nombre “celestial” del instrumento llamara la atención de Tchaikovski, quien por esos momentos se encontraba profundamente deprimido, por la pérdida de su hermana Sasha.
Aunque se considera que el compositor francés Ernest Chausson fue quien primero usó el instrumento en una composición (La tempestad, 1888), fue Tchaikovski quien primero lo usó para darle un carácter específico al personaje y hoy parece casi que inseparable la celesta al ballet y probablemente para nosotros hoy sí sepamos cómo debe sonar un hada de azúcar.
Bibliografía.
- Abad Carlés, Ana; “Historia del Ballet y la danza contemporánea”; Madrid; Alianza Editorial; 2004
- Akim Volynsky; Ballet’s Magic Kingdom. Selected Writings on Dance in Russia,1911–1925.
- Fisher, Jennifer; “The Nutcracker Nation”; Yale University Press
- Nadine Meisner; “Marius Petipa: The Emperor's Ballet Master”; 2019
- Plumley, Gavin; “A Spoonful of Sugar: Tchaikovsky's use of the celesta in The Nutcracker”; Royal Opera House, 12 November 2013
- Oxford Dictionary of Dance”; Oxford; Second Edition; Oxford University Press; 2010.
School, Tim; “From Petipa to Balanchine. Classical revival and the modernization of ballet”; Routledge; 1994
Wiley; Roland John; “Tchaikovsky´s ballets” Swan lake, Sleeping Beauty, Nutcracker”; Oxford University Press; 1985.
- Wiley, Roland John; “Tchaikovsky”; Oxford University Press; 2009
[i] John Wiley; “Tchaikovsky” p.355
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-
El fracaso original del ballet El Cascanueces. Historia (primera parte)
-
Del fracaso al éxito de El Cascanueces (segunda parte)